martes, 4 de agosto de 2009

COMO SIGNO DEL AMOR DE DIOS ENTRE LOS JÓVENES


En este tiempo de cortos plazos, de pocos sentidos, de búsqueda de sensaciones fuertes que nos recuerden que estamos vivos, él va en búsqueda de los pibes de Constitución, con una nariz de payaso en el bolsillo, y hace votos para toda la vida… Y está tan emocionado que es como si le gritara al mundo: ¡esto es vida!

Adrián Baraibar es un tipo que no llega a los 40 años y está a punto de hacer sus votos como “salesiano para siempre”. Está terminando la teología, ya es profe de biología y licenciado en educación, pero aún así está haciendo una maestría sobre los pibes de la calle.

Con y por los pibes trabaja los fines de semana en Constitución, hacen teatro, oratorio y actividades recreativas. Va con un grupo de voluntarios que logró reunir: suele hacer esas cosas tan típicamente salesianas: convocar gente y entusiasmarla para trabajar (¡pero trabajar, trabajar!) en cosas buenas por otros… y que la gente quede feliz y contenta, agradecida y queriéndolo más que antes.

Mucha vida ha habido antes de ahora, fueron muchas las manos y las personas que Dios le envió para que llegara hasta aquí: nació en Avellaneda cerca de Buenos Aires, cuando terminó el profesorado en biología, con veintitantos años se fue al sur, porque quería estar en la Patagonia, y recién ahí, ya siendo profesional y con trabajo conoció a los salesianos.

Estaba trabajando en el Colegio P. Juan Muzio de Trelew y empezó a interesarse cada vez más por la obra salesiana, las actividades de los chicos y se fue sintiendo llamado.

Para todo esto él ya tenía novia, tenía casa, profesión y trabajo… y cuando cualquiera diría que “tenía la vida hecha”, dejó esas pequeñas seguridades para empezar a transitar otras muchas incertidumbres como prenovicio, novicio, pos… y bueno, conocemos los pasos.

Su vida no es más fácil que la de cualquiera: es la de un hombre que con la misma humanidad que todos ha ido optando por situaciones de más vida, para sí mismo y para otros. Ha ido buscando verdades cada vez más verdaderas, emociones más intensas y puras, amistades más profundas, sentidos más últimos, vidas más vividas.


Su vida no es una construcción filosófica ni una decisión moral que después aplicó, no es así cómo se vive en estos tiempos: esta historia la hizo de a poquito: programando retiros, ensayando obras, acompañando un campamento, escuchando pesares, participando en reuniones y sumando gerundios y subjuntivos forjó su identidad.

Este es un caminar sin hacerse el distraído ni dejarse atontar por esas cosas que nos atontan. Este es un caminar en que un paso sigue al otro, día por día, evaluando los senderos a medida que se bifurcan.

Es un hombre que se ha vinculado y se ha enriquecido y ha enriquecido a los otros por esos vínculos creados. Es un hombre que quiere para otros lo que ya tuvo él y que lo han traído hasta aquí. Es un hombre de su tiempo, que escuchó la necesidad de la gente y el llamado de Dios (uno con cada oído, como decía Angelelli).

Se ha llenado el corazón de rostros y de nombres, de alegrías y confesiones porque antes supo llenar su tiempo de trabajo, de oratorios, de misiones, de encuentros verdaderos y oraciones profundas.

Adrián es un tipo tan vivo que contagia, tan sensible que vibra, y sensibiliza, habla tan de corazón que se hace transparente, y se sabe y se siente lo que él…

En él se descubre que esto de hacerse a uno mismo es cosa de todos los días, de momento a momento: tiene que ver con tomar decisiones sobre cómo uno quiere vivir: de cuánto va a dejar al otro entrar en el propio corazón, cuánto va a escuchar, cuánto va a intervenir, cuánto va a hacerse cargo, cuánto va a darse… Y también uno tiene que decidir cuánto va a dejar que Dios nos inunde y nos desinstale de lo que supimos conseguir, en qué medida mi vida será una vida, en que Dios se manifiesta.

En este tiempo de cortos plazos, de pocos sentidos, de búsqueda de sensaciones fuertes que nos recuerden que estamos vivos, él va en búsqueda de los pibes de Constitución, con una nariz de payaso en el bolsillo, y hace votos para toda la vida… Y está tan emocionado que es como si le gritara al mundo: ¡esto es vida!

[texto publicado en http://www.dbp.org.ar]

No hay comentarios:

Publicar un comentario