domingo, 20 de septiembre de 2009

La Palabra del Domingo: "Jesús nos invita a servir…a dar vida”

"Jesús nos invita a servir…a dar vida”
DOMINGO XXV durante el año (20 Setiembre 2009)


Para ambientarnos en los tiempos de la Palabra
(Para el animador del momento)

El pasaje de hoy hace dos menciones a la enseñanza del Señor: una explícita, “Jesús les enseñaba por el camino, sin detenerse…”, y la otra implícita, al decir “habiéndose sentado” muestra a Jesús en la actitud típica de los “rabinos”, de los maestros, que impartían su enseñanza tomando asiento rodeados de sus discípulos.
Jesús quería preparar a sus discípulos para la tragedia que se les acercaba. Les advirtió que iba a ser entregado en manos de hombres y muerto por ellos, pero también quería animarles al decirles que iba a resucitar al tercer día. Los discípulos no comprendieron ya que estaban distraídos, discutiendo quién iba a ser el mayor en el Reino de los Cielos. Sabiendo lo que estaban discutiendo, Jesús tomó a un niño en los brazos y lo usó como modelo de la humildad que ellos debían tener.


DIOS NOS HABLA De la Buena Nueva de San Marcos 9, 30-37

Y saliendo de allí, atravesaban sin detenerse la Galilea
Y Jesús no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba a sus discípulos y les decía:
‘El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y, tres días después de muerto, resucitará’.
Pero los discípulos no comprendían tales palabras y tenían miedo de preguntarle.
Llegan a Cafarnaún y, una vez en casa, les preguntaba:
‘¿De qué dialogaban discutiendo en el camino?’
Ellos callaban porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.
Entonces, habiendo tomado asiento, llamó a los Doce y les dijo:
‘Si alguno quiere ser el primero, tiene que ser el último de todos y el servidor (diakono) de todos’.
Y tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo:
Quien reciba a uno de estos niños en mi Nombre, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, no me recibe a mí, sino a Aquel que me ha enviado’
Palabra de Dios

Charlemos sobre la Palabra

Vamos a RECONSTRUIR juntos lo que hemos escuchado en el texto: (podríamos dividirnos de a dos o tres y cada uno toma un grupito de preguntas, las comenta y después de 10 minutitos cada grupo le va recreando al resto las respuestas como si fuera PREDICÁNDOLES EL MENSAJE QUE DEJA LA PALABRA).
Es un EJERCICIO QUE VALE LA PENA INTENTARLO.


1)- ¿Qué sucede en el relato? ¿Qué comienza a decirles Jesús? ¿Es la primera vez que les dice esto? ¿Cómo reaccionan los discípulos?
2)- ¿Qué les pregunta Jesús posteriormente, al llegar a la casa?
- ¿Por qué no quieren contestarle?
3)- ¿Qué enseñanza aprovecha Jesús a brindarles? ¿Qué gesto refuerza la enseñanza?
- ¿Esta enseñanza de Jesús tiene que ver con su práctica…por qué?

La Palabra y nuestra vida. Compartir la riqueza de lo que la Palabra nos deja profundamente:

Mientras Jesús vive esta tragedia interior, los discípulos discuten sobre quien subirá más alto
en el podio de los campeones, cuando llegue el final de la carrera hacia su Reino.
+ ¿Obramos nosotros de manera diferente?
+ ¿En qué momentos de nuestra vida hemos estado “muy preocupados por nuestras cosas” ,
mientras que Dios NOS ESTABA PIDIENDO SERVIRLO EN LOS HERMANOS?

Con La Palabra dialogamos con el Señor

¿Ser el último?
Algunas veces no lo comprendo, Señor.

¿Cómo puedo seguir tu enseñanza de ser la último?
Creo que nadie quiere ser el último.
Todos quieren ser los primeros, los mejores, los más perfectos de todos.
Pero cuando recorrí el relato de tu vida,
descubrí que nos diste el ejemplo de ser el “primero” siendo el “último”.

Por tus palabras de “salvación”, por tus obras de “liberación”,
te entregaron y te mataron.

Así fuiste el “último”, por estar con los “últimos.
Todo fue por tu amor a los “niños”, por tu cuidado a los débiles, pobres y pequeños.
Fuiste el “último”, pero al final fuiste el “primero”
porque resucitaste al tercer día,
el primero de todos.

Fuiste el “primero” entre los “últimos”, resucitado, liberado,

a pesar de ser entregado y matado.

Gracias, Señor, por haberte dado a los “niños” y pequeños;

por haber servido a todos sin reserva y con perseverancia.

Gracias también por el don de haberme elegido como discípulo.

Ayudame a seguir tu ejemplo, a escucharte más
y a contemplarte más profundamente.
Para que pueda encontrarte en la persona de los pequeños;

para que pueda experimentar la felicidad abundante de darme a los demás;
para que cada día de mi vida no sea sólo una lucha continua,

sino una “resurrección” compartida con los otros,
Amén.


Shalom en el Dios de la Vida.
Sergio V.

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