sábado, 12 de septiembre de 2009

La Palabra del Domingo:¿Qué estamos dispuestos a renunciar por seguir a Jesús?


"¿Qué estamos dispuestos a renunciar por seguir a Jesús?"

DOMINGO XXIV durante el año


Para ambientarnos en los tiempos de la Palabra
(para el animador del momento)

El relato que leemos hoy en la liturgia, entonces, está al inicio de la sección del camino, precedido por el ciego de Betsaida, el de la curación progresiva. Justamente, en los versículos seleccionados de este domingo hallamos el esquema clásico de anuncio, reacción equivocada de los discípulos (en este caso de Pedro) y corrección de Jesús.

La confesión de fe de Pedro (que escucharemos) se constituye en bisagra del libro, dividiéndolo en dos grandes partes. A partir de aquí, la luminosidad de los relatos en Galilea, los asombrosas expulsiones de demonios y los milagros se irán reduciendo, dando paso a un clima más gris La sombra de la muerte se vuelve cada vez más densa, y los anuncios premonitorios del Maestro van preparando al lector (a los discípulos) para un final violento.

Mientras, Jesús se aproxima a la oscuridad de la muerte, los ciegos de su mundo van saliendo de su oscuridad. Esto es lo que no pueden entender los discípulos, y primeramente Pedro. Jesús es Mesías, pero de una manera diferente a la esperada; es el Mesías que muere crucificado para liberar, que culmina su revolución en la derrota, que prefiere ser un revolucionario desde el amor

Al escribirse este Evangelio, era tiempo de persecuciones en Roma. Los cristianos eran condenados a cargar literalmente las cruces del martirio y allí perdían su vida. Estas palabras de Jesús se refieren directamente a aquella situación. Para salvarse la vida bastaba negar a Cristo.



DIOS NOS HABLA
De la Buena Nueva de San Marcos 8,
27-35

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de Cesarea de Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los profetas". Entonces él les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Pedro le respondió: "Tú eres el Mesías". Y él les ordenó que no se lo dijeran a nadie. Luego se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día. Todo esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras: "¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres". Después llamó a la multitud y a sus discípulos, y les dijo: "El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, se salvará"..

Palabra de Dios


Charlemos sobre la Palabra

Vamos a descubrir juntos lo que Dios nos quiere decir en este texto:

  1. ¿Qué enseñó Jesús a sus discípulos? ¿Qué contestó Pedro?
  2. ¿Qué exige Jesús de todos los que quieren seguirlo? (vers. 34 - 35)


La Palabra y nuestra vida. Compartir la riqueza de lo que la Palabra nos deja profundamente:

  1. Si queremos seguir a Jesús, ¿estamos dispuestos ha sufrir persecuciones porque servimos a la verdad que él nos anunció?
  2. ¿qué renunciaríamos…NO SIN DOLOR O DIFICULTAD por ser otros Cristos para nuestros hermanos?
  3. Y como grupo ¿qué podríamos RENUNCIAR O SACRIFICAR para que el apostolado SEA EVANGELICAMENTE MÁS EFICAZ?



Reflexionemos juntos (alguien del grupo que lea pausadamente este comentario)


El último párrafo del Evangelio que compartimos hoy y que acompañará a todos los cristianos este domingo nos deja un claro mensaje: No basta con decir o reconocer que Jesús es el Mesías. Hay que seguirle con todo lo que eso implica: cargar con la propia cruz y dejar de pensar en uno mismo para buscar siempre el bien de los demás. Ese es el camino de la salvación.

Esas son las obras de la fe: no muchas palabras sino mucha acción al servicio de los hermanos y hermanas, creando fraternidad, reconciliando, curando, acercando a los que están excluidos de la mesa común del Reino. Eso es lo que Dios quiere. En el camino encontraremos dificultades pero NO OLVIDEMOS, como hijos de Don Bosco y Madre Mazzarello que Dios es PROVIDENTE, que nunca dejaremos de contar con Su ayuda…,con Su presencia.


Con La Palabra dialogamos con el Señor


Señor, toma mi vida nueva,

antes de que la espera desgaste años en mí,

Estoy dispuesto a lo que quieras,

no importa lo que sea…

TU LLÁMAME A SERVIR.

Llévame donde los hombres

necesiten tus palabras,

necesiten mis ganas de vivir.

Donde falte la esperanza,

Donde todo sea triste

Simplemente por no saber de Ti

Así sea.

Shalom en el Dios de la Vida.

Sergio V.



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